Es una obra maestra del western, pero los actores estaban tan molestos que abandonaron el rodaje
Este reconocido director estadounidense renovó el género western con esta película, pero a diferencia del título que recibió su movimiento, las relaciones dentro de su set de filmación fueron un completo desastre.
Aunque la mayoría de los western que se han visto en la pantalla grande muestran a hombres combatiendo en duelos de pistolas y persecuciones a caballo con lazos, el género cambió por completo con una película que, décadas después de su estreno, se convirtió en una obra maestra dentro de las de su tipo. Más allá de títulos reconocidos como El bueno, el malo y el feo, Los siete magníficos y Por un puñado de dólares, hubo una cinta que se fue a otro extremo de la violencia y demostró una dirección distinta.
Estrenada en 1958 y protagonizada por Gregory Peck, esta cinta de western fue un hito en la historia del cine, pero también evidenció uno de los mayores chismes en Hollywood. Su director se ganó la fama por ser extremadamente exigente con todo su equipo de producción, al igual que con su elenco, provocando que durante el rodaje de su largometraje terminara peleado con el actor con quien ya había trabajado anteriormente y había desarrollado una amistad.
Al igual que las polémicas desatadas con Stanley Kubrick y Shelley Duvall o David Fincher y Jake Gyllenhaal, el reconocido cineasta de Horizontes de grandeza orilló a sus protagonistas a abandonar su cinta en medio de las filmaciones y aseguró que no volvería a colaborar con Peck jamás en su vida. Sin embargo, todas estas controversias quedan a un lado cuando se habla de la película, pues inició una nueva ola de cintas que serían consideradas como “western pacifista”.
Conocida por su título original como The Big Country, esta película de William Wyler se basa en la novela homónima del escritor Donald Hamilton en la que nos cuenta la historia de James McKay (Peck), un hombre refinado que se traslada desde la costa este al medio oeste para conocer a la familia de Patricia Terrill (Carroll Baker), su prometida, pero todo se pondrá de cabeza cuando sea obligado a involucrarse en las disputas entre su suegro y la familia rival de las tierras aledañas.
A pesar de que Horizontes de grandeza proponía una historia alejada de los típicos duelos que se veían en las obras de Sergio Leone y John Ford, la dinámica dentro del set de Wyler fue todo lo contrario. Además de que Gregory Peck se hartó tanto del cineasta que abandonó el rodaje, la actriz Jean Simmons reveló años más tarde el profundo trauma que se originó en su vida luego de trabajar en la producción cinematográfica.
Peck y Wyler ya habían trabajado tiempo antes en la película Roman Holiday, pero después de este western se dejaron de hablar por tres años, aunque luego se reconciliaron. Eso sí, la película fue un éxito entre la crítica y le obtuvo a Burl Ives el Oscar y el Globo de oro a Mejor actor de reparto, mientras que la cinta también fue nominada por La Academia a Mejor música, que fue elaborada por el compositor Jerome Moross.