La canciller llegó cuando ya oscurecía en Paris y se trasladó a un hotel importante cerca del Sena para iniciar un programa de treinta y seis horas, que incluye un cónclave con su colega Catherine Colonna, sucesivas reuniones con empresarios locales que invierten en la Argentina y encuentros diplomáticos para avanzar en el proceso de incorporación a la OCDE.
En el mapa europeo que Milei despliega para su agenda global, Francia puede ser clave ante los desafíos que debe enfrentar con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la posible reformar del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea y la necesidad de mejorar los volúmenes de inversión extranjera en la Argentina.
Junto a Alemania, Francia integra el tándem que mueve la economía europea, y todavía el presidente argentino no avanzó en profundizar los vínculos con el canciller de Alemania, Olaf Scholz. En Berlín existe otra lógica diplomática, Scholz prefiere las relaciones vis a vis y sólo usa lo necesario su sistema encriptado de chat.
Macron, en cambio, aplica una regla de juego distinta: recibió como una amigo personal a Mauricio Macri cuando ocupaba Balcarce 50, hizo lo mismo con Alberto Fernández como jefe de Estado y ahora ratifica su modus operandi con Milei.
Milei entendió rápido el Código Macron para las relaciones exteriores y tiene trato casi cotidiano con el Presidente de Francia. En este contexto, el presidente instruyó a Mondino para que ejecute un viaje corto a Paris con el objetivo de poner en marcha un proyecto ambicioso y estructural: establecer una relación estratégica entre la Casa Rosada y el Palacio Eliseo.
Mondino tiene escasa experiencia diplomática, y en París se apoyará en Ian Sielecki, que será representante en Francia cuando su pliego como embajador político sea aprobado en la Cámara Alta. Sielecki tiene llegada a Macron y su staff -de hecho le entregó una camiseta de Boca Juniors autografiada por Milei- y conoce todas las tertulias adonde se analiza la agenda internacional y se comentan todos los chismes del Palacio Eliseo.
Sielecki tendrá una faena compleja: en París hay desconfianza sobre el programa de gobierno de Milei, y ese temor se profundizó cuando el presidente argentino apareció junto a Jair Bolsonaro y Viktor Orbán en su ceremonia de asunción. Bolsonaro y Orbán reniegan del Cambio Climático -una bandera irrenunciable de Francia- y jamás cuestionaron la guerra ilegal que Rusia libra contra Ucrania.
Milei diseñó una estrategia diplomática que ubica a Macron en un casillero clave de su estrategia internacional, como en su momento lo hicieron Macri y Alberto Fernández. El presidente de Francia sonríe en las escalinatas del Palacio Eliseo y luego se muestra inflexible en las negociaciones para mejorar el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea.
Si no hay cambio de agenda, Mondino se encontrará con la canciller Catherine Colonna para profundizar la relaciones bilaterales y hallar puntos de contacto entre la posición de la Argentina y de Francia sobre las reformas que se están planteando al acuerdo Mercosur-UE.
Macron, como siempre, es inflexible en capítulos del tratado que puedan afectar su base electoral, y la canciller Colonna no se moverá un centímetro del guión oficial. Mondino viajó con expectativas de encontrar un atajo que permita firmar una side letter del acuerdo Mercosur-UE antes que inicie febrero de 2024.
Se trata de una posibilidad remota: Francia, Irlanda y Polonia no quieren competir con los productos agropecuarios que producen Argentina y sus socios del foro regional.